Bullying y ciberacoso
El Acoso
El acoso es una conducta repetitiva en la que una persona busca intimidar, humillar, dañar o controlar a otra. Puede ser físico, verbal, psicológico o incluso social (excluir, difundir rumores). Se caracteriza porque no ocurre una sola vez, sino de forma constante, afectando la seguridad y la autoestima de la víctima.Ciberbullying
El ciberbullying es una forma de acoso, pero que ocurre en el mundo digital. Se da cuando alguien utiliza redes sociales, mensajes, correos o videojuegos en línea para insultar, difundir mentiras, enviar amenazas, compartir fotos sin permiso o ridiculizar a otra persona.
Lo peligroso del ciberbullying es que puede llegar a muchas personas en muy poco tiempo, permanecer en internet y hacerse de manera anónima, lo que dificulta detenerlo. Además, la víctima siente que no
tiene “escape”, ya que la agresión ocurre en un espacio que usa diariamente.
¿Qué son el acoso y el ciberbullying?
El acoso es una conducta repetitiva de violencia física, verbal o psicológica, que busca intimidar o dañar a otra persona. Puede ocurrir en espacios como la escuela, el trabajo o incluso dentro de la familia, y afecta de manera directa la autoestima y la seguridad de la víctima.
El ciberbullying, por su parte, es una extensión del acoso, pero en el ámbito digital. Se da a través de redes sociales, mensajes, videojuegos en línea o correos electrónicos, y puede llegar a ser aún más dañino, ya que no tiene límites de tiempo ni espacio y la víctima puede sentirse perseguida constantemente.
Características del ciberbullying y el acoso
El acoso se caracteriza por ser directo y muchas veces visible: insultos, empujones, exclusiones o rumores que se transmiten en el entorno físico. Es un tipo de violencia que la víctima enfrenta cara a cara, lo que puede generarle miedo y vergüenza
.
En el caso del ciberbullying, los agresores pueden actuar de forma anónima y difundir mensajes o imágenes a gran escala. Esto lo convierte en una forma de acoso difícil de detener, ya que las publicaciones pueden quedar guardadas en internet y compartirse una y otra vez.
Consecuencias en las víctimas
Tanto el acoso como el ciberbullying generan daños emocionales profundos: depresión, ansiedad, baja autoestima y sensación de soledad. La víctima puede perder interés en actividades que antes disfrutaba y sentirse constantemente vigilada o rechazada.
En casos más graves, las consecuencias pueden escalar hacia problemas de salud física, bajo rendimiento escolar o laboral, y hasta pensamientos autodestructivos. Por eso, el impacto no debe minimizarse ni verse como “cosas de niños”.
La importancia de los testigos
Los testigos, es decir, quienes observan una situación de acoso o ciberbullying, juegan un papel fundamental. Su silencio puede ser interpretado como apoyo al agresor, lo que hace sentir a la víctima más aislada e indefensa.
Por el contrario, cuando los observadores deciden actuar —denunciando, apoyando a la víctima o frenando al agresor—, se convierten en una parte esencial de la solución. La empatía y la solidaridad ayudan a romper el ciclo de violencia.
Estrategias de prevención y apoyo
La prevención del acoso y del ciberbullying debe comenzar en la educación. Es necesario enseñar a niños y jóvenes a respetar, pensar antes de publicar y usar la tecnología de manera responsable. Las familias, las escuelas y las comunidades tienen un rol clave en este proceso.
También es importante contar con canales de denuncia accesibles y apoyo psicológico para las víctimas. Denunciar no es “ser débil”, sino un acto de valentía para detener una conducta dañina. Solo con conciencia colectiva se puede construir un entorno más seguro y respetuoso.
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